El
recuerdo grabado de un olor. La imagen imborrable de una sonrisa. El contacto
lejano de un abrazo.
El
deseo irrefrenable por esos labios. La longitud de sus curvas medidas con
besos. El contacto eléctrico a través de la mirada.
La
amargura de despedir ‘para siempre’. La impotencia de no poder volver atrás.
Pasajeros
que se marchan sin avisar, porque ni siquiera ellos esperaban su destino.
El tiempo que se nos escapa entre los dedos... Es la nostalgia del pasado, que nos nubla la vista del presente.
Sueños
que se quedan atrás, y otros inesperados que llegan para quedarse.
La
vida es, a nuestro pesar, nuestra dueña y señora. Ella, tan impredecible,
imparte las reglas. Ella pone los límites. Ella decide qué, cómo y cuándo.
De
ti depende el porqué, la manera de afrontarla. Y es que, con buenos ojos, la
vida es maravillosa. Es una y no más. Un regalo. Una puñetera casualidad que no
merece la pena desperdiciar.
Cada día, cada minuto, cada segundo formará parte de tu vida. En qué emplearás ese tiempo queda en tus manos. Sabrás que lo has hecho bien cuando, al retroceder mentalmente, al hacer un repaso, te sientas realmente satisfecho con tu trayectoria.
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