En primer lugar, permítanme dar
las buenas tardes a todos los presentes: a don Manuel Pérez, director de
nuestro centro, y al resto del equipo directivo; a los profesores y, por
supuesto, a mis compañeros y los familiares que nos acompañan hoy en este día tan especial.
Gracias a todos por asistir al acto de graduación de los alumnos de Segundo de
Bachillerato y Ciclos Formativos del Instituto María Zambrano.
Nos advirtieron de que este día
llegaría: “¿habéis comprado ya el vestido para la graduación?”, “esto se
acabará en un abrir y cerrar de ojos”, nos decían al principio del curso. Quién
nos iba a decir que tenían toda la razón… Esto ya ha acabado. Que sí, que aún
queda la temida Selectividad pero, si hemos llegado hasta aquí, ¿por qué no
íbamos a poder con ella?
A lo largo de estos años de
instituto hemos sobrevivido a 84 excursiones, sendos viajes alrededor de Europa
(desde Sierra Nevada o Cazorla hasta Londres e Italia), más de 350 exámenes,
con sus llantos y alegrías correspondientes. Hemos sobrevivido a los buenos y a
los malos momentos, y tengo que decir que si de algo nos ha servido es para
hacernos más fuertes.
Algunos mantendremos el
contacto, mientras que otros quizá no volvamos a vernos. Pero todos
compartiremos, a partir de ahora, los recuerdos y vivencias que nos han unido
durante estos años. Y es que, a pesar de nuestra desesperación por los exámenes
y “la nota”, a pesar de que a veces nos referimos al instituto como “la cárcel”
(…). A pesar de todo eso, tenemos mucho que agradecerle. En él hemos hecho
grandes amistades. Hemos aprendido a trabajar en equipo y a ser independientes.
Hemos evolucionado física y mentalmente entre sus paredes.
Sí, se acaba un ciclo pero,
como siempre, comienza otro nuevo. Debemos afrontar este cambio con ilusión.
Quién sabe lo que nos depara el futuro… Pero, de nuevo, si algo hemos aprendido
es a no rendirnos ante la adversidad. A luchar por nuestros sueños hasta
hacerlos realidad. Y es que, como decía Paulo Coelho, “es la posibilidad de
realizar un sueño lo que hace que la vida sea interesante”.
Sin duda, gran parte de nuestro
éxito se debe al apoyo incondicional de nuestros padres. Gracias por soportar
nuestras hormonas adolescentes y estar encima nuestra para que demos siempre lo
mejor de nosotros mismos. Gracias por entregarnos todo lo que tenéis sin pedir
nunca nada a cambio.
Y, por supuesto, quiero dar las
gracias por haberme dado la oportunidad de poner voz a los pensamientos y
sentimientos que hoy comparto con mis compañeros.
Quiero terminar este discurso
con una reflexión dirigida a todos los profesores, que nos han dado tanto sin
recibir reconocimiento alguno. Sin que reconozcamos, a menudo, la responsabilidad
que conlleva la enseñanza, ni la entrega con la que desempeñan su labor. La
educación es nuestra mejor arma contra la ignorancia y el engaño. Gracias por
ser nuestros mejores mentores, tanto dentro como fuera de las aulas. Gracias
por ser nuestros segundos padres. Gracias por habernos hecho mejores personas.
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