Para escribir debo vivir.
Para vivir debo
escribir.
Cada poema es una herida.
Cada verso, una
salida.
Mi vida es una montaña rusa
que vuela inocente,
ilusa.
Se adentra profundo en mi ser,
explora los motivos
del querer.
En su camino abraza y siente.
Su meta, más allá de las nubes,
donde se escribe el destino
latente, cambiante,
naciente.
Para volar debes caer.
Para quemar debes
arder.
Los vasos se vacían y llenan
según los ojos que
los observan.
¿Cómo sabrás apreciar un vaso medio lleno
si no osaste vaciarlo para conocer su fondo?
Para verme, mírame.
Para amarme, ámate.
Yo ya lo aprendí.
Que se vuela más alto tras sufrir.
Que tras bajar todo
será subir.
Que tu risa suena mejor
si se alimenta de tus lágrimas,
si nace de tu dolor
reencarnado en calma.