jueves, 4 de abril de 2013

Junto a las estrellas


Una gran duda rondaba su cabeza desde hacía unos días. El último fin de semana no habían ido a visitar a su tía, y en casa no se hablaba de ella, como ocurría normalmente. Había pasado algo. Algo que sus padres no querían que supiera.

Aquella mañana se armó de valor y, cuando su madre lo llevaba al colegio, le lanzó las preguntas que había estado preparando la noche anterior.

-¿Qué le pasa a la tita, mamá? ¿Dónde está? ¿Por qué no me contáis nada?

Demasiadas preguntas. Sus palabras le cogieron por sorpresa, y buscó la forma de explicarle a su hijo de siete años una situación que aún no podría entender.

-Verás hijo, a veces las cosas no pasan como nosotros las planeamos. ¿Sabes que la tita está enferma, verdad?

-Sí, mamá. Eso sí lo sé. Es por eso que no tiene pelo y no puede salir de casa.

-Bien, pues… la tita ha hecho un viaje. Pero no es un viaje como el que se hace en vacaciones. Es algo difícil de explicar… Es un viaje del que ya no podrá volver. ¿Lo entiendes, Pablo?

-No mamá, no lo entiendo. ¿A dónde ha ido la tita de viaje? ¿Y por qué se ha ido sin despedirse? -dijo con un nudo en la garganta.

-Al cielo, hijo. Junto a las estrellas. Allí la tita es feliz, y eso es lo importante.

Pablo observó, a través de la ventanilla del coche, el par de nubes que flotaba en el aire aquella fría mañana de invierno. Pensó en las visitas a casa de su tía, y se preguntó si podría realizarlas de nuevo alguna vez.

-Mamá, ¿puedo hacerte otra pregunta?

-Claro, dime qué quieres saber.

-¿Podré visitarla algún día? ¿Cómo voy a saber si está bien o no?

-Claro que podrás visitarla, hijo. Por muy lejos que esté ahora, siempre habrá una parte de ella junto a ti. Aunque no la veas, sabrás que está ahí siempre que lo necesites. Me refiero a tus recuerdos, Pablo. Y no solo a eso. También la encontrarás en tus sentimientos. Podrás hablar con ella a través de tu mente y de tu corazón, y ella siempre te escuchará, aunque no pueda responderte. Desde el cielo, junto a las estrellas, ella podrá oírte siempre que tú quieras. ¿Comprendes mejor ahora la historia?

-Creo que sí –dijo, volviendo a mirar a través de la ventanilla del coche. El sol ya asomaba por el horizonte, marcando el inicio de un nuevo día, aunque todavía brillaba en el cielo alguna que otra estrella. 

Pablo reflexionó sobre aquella nueva situación, imaginó que volvía a verla, a abrazarla y, al cabo de unos minutos, volvió a hablar para decir tan solo cuatro palabras.

-La echaré de menos.

La emoción llegó al rostro de Pablo, derramando unas pocas lágrimas sobre sus pequeñas mejillas.

-Yo también –sentenció su madre con un suspiro cargado de añoranza.





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2 comentarios:

  1. Al leer tu escrito ha aflorado en mi el recuerdo del momento concreto y los sentimientos de ese instante. Que alegría siento al reconocer tus bondades, tus buenos sentimientos y la capacidad que tuviste de reconocer lo que intentaba decir con mis torpes palabras a mi hijo de tan solo 7 años.
    Gracias otra vez

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    Respuestas
    1. Gracias a ti... y de "torpes palabras" nada, porque me sirvieron de mucho, al fin y al cabo me ayudaron a entender.

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