martes, 18 de agosto de 2015

Crónica de un beso

Tu boca y mi boca guardan secretos inconfesables. Albergan náufragos que no quieren ser rescatados por ninguna sirena y cofres que contienen los más grandes tesoros jamás escondidos.

La distancia entre tu boca y la mía es un campo de batalla en el que no existen normas ni límites. Yo tiro la primera piedra: te atrapo con la mirada y caes rendido entre la red de mis brazos. Soy el capitán de tu piel salvaje.

Tras el primer ataque, los mares se funden en una perfecta simbiosis. Las olas embravecen y luego se calman, como si los mares se transformaran en un inmenso lago de agua dulce, que me permite adentrarme hasta el fondo de tu ser. Descubro tus naufragios y reparo tus heridas. Encuentro tus tesoros y guardo tus secretos. Me dejo arrastrar por tus corrientes de aguas cálidas hacia un baile húmedo, perfectamente sincronizado.

Y entonces la marea baja y los mares se separan, llevándose consigo el recuerdo de sus aguas.

Mañana mi timonel volverá a navegar a la deriva en tu insondable inmensidad. Tú me esperarás de nuevo en cada puerto, y nuestros mares volverán a unirse, rompiendo las fronteras, los istmos y todos los imposibles que se nos presenten.